viernes, 22 de octubre de 2010

Mariano Ferreyra




Últimas imágenes. Mariano Ferreyra, asesinado por una patota de la Unión Ferroviaria, fue sepultado esta mañana en el cementerio de Avellaneda. Desde temprano, centenares de compañeros suyos del Partido Obrero de zona sur esperan sobre la vereda de la enorme ciudad de los muertos donde una bóveda resguardará sus restos por última vez y para siempre. Bajo el sol, muchos hombres y mujeres aguardan al cortejo fúnebre con flores en sus manos. Dos hombres mayores, de vestimenta sencilla, charlan en voz bajita, uno mueve la cabeza de un lado a otro cada pocos segundos, sin soltar la flor roja que sostiene. La “Negra” Norma Giménez –delegada del Diario Popular, dirigente zonal del PO y “mamá política” de Mariano, al que conoció desde que ingresó al partido, cuando apenas tenía 13 años– tiene los ojos inflamados de tanto llorar. “Me acabo de cruzar con unos compañeros municipales que se acercaron y que conocían a Mariano por el trabajo político que había desarrollado –cuenta–. Ayer la asamblea de la gráfica Morvillo decidió parar el turno tarde. Un gráfico propuso concurrir a la marcha y votaron que sí, juntaron guita, alquilaron el micro y fueron 50 laburantes del taller. ¿Te das cuenta de lo que provocaba Mariano? Y nos lo mataron”. Hay hombres y mujeres con el rastro del llanto y gente que no para de llorar. La Chiqui, que el día anterior acompañó el camioncito del PO en la marcha tomando el micrófono y cantando las consignas sin quebrar la voz ni una sola vez, está bañada en lágrimas. La idea de despedir por siempre a un chico de 23 años que quería vivir, que militaba porque pensaba que el mundo podía ser vivido de otra manera, provoca un dolor indecible.
Los autos del cortejo fúnebre llegan marchando lento. Dentro del cementerio los esperan los amigos y compañeros de militancia más cercanos de Mariano. Los que aguardan afuera entrarán unos minutos después. Al divisar al primer auto, el que transporta el ataúd y en el que viaja su hermano Pablo –que le pidió, este año, a Mariano que oficiara como testigo de su boda–, comienza una salva tranquila, firme, de aplausos, homenaje de respeto, despedida. Después, se extiende el silencio. Cuando se abre paso para que ingresen el resto de las personas al cementerio, sólo se escuchan pasos, sollozos de vez en cuando, mientras centenas de banderas rojas flamean en las manos de los deudos.
El dolor de la familia de Mariano, el llanto que gana a sus compañeros; los abrazos desconsolados; el cajón cubierto por una bandera del Partido Obrero; el silencio y respeto con que se depositan las flores; luego, afuera, la bronca y la emoción que hace que las gargantas tiemblen cuando cantan “La internacional”, el “arriba los pobres del mundo” con que se despide por última vez a Mariano. Por última vez.





Especulaciones. Después de la marcha del jueves, me fui a tomar algo con unas amigas, llegamos a La Ideal, que permite en su primer piso refrescarse con alguna bebida antes de que comience la milonga bajo sus techos deslumbrantes. Dos de esas amigas laburan en cierto grupo empresario, la otra fue delegada en el mismo grupo, hasta que sus dueños decidieron despedirla junto a otros ciento dieciséis de sus compañeros. De repente, el diálogo gira sobre la memoria de aquellos hechos. Y sobre el papel de la dirección de la UTPBA, sus bajezas, su agachada, su traición. “Qué cosa –pienso mientras tomo un vaso de cerveza–, como las magdalenas, el crimen de la mafia sindical de Pedraza remite al accionar de una burocracia centroizquierdista”. Me cuentan que en Télam se hizo una asamblea de 120 laburantes de prensa, que decidieron cortar la calle de la agencia y que después un grupo marchó hacia la plaza de mayo, que también recordaron la asamblea electoral fraudulenta que le garantizó a la burocracia de la UTPBA el control absoluto de la elección para mantenerse en el poder. Me cuentan que en Perfil se hizo una asamblea, que recordaron cómo la dirección de la UTPBA salió a cagar a trompadas a Tomás Eliaschev acusándolo de ser del PO y que redactaron una solicitada que será publicada el diario Perfil. Que en Página pararon una hora. En BAE otra asamblea repudia el crimen, sus trabajadores movilizan a la plaza y logran publicar otra solicitada en su diario. El Frente de Unidad emite un comunicado conjunto y convoca a marchar. La redacción donde trabajo recibió la noticia del asesinato de Mariano durante el día de cierre de su publicación. Para mí fue una jornada agobiante. La novedad me pegó muy mal. Y una inquietud no dejaba de rebotar en mi cabeza: ¿cómo reflejarían el asesinato los medios del periodismo K? ¿Se parecería a ese silencio de los kirchneristas que pueblan las redes virtuales? Esa duda no dejó de rondarme. A las diez y media de la noche, la comisión interna de la revista tomó la palabra para repudiar el crimen y convocar a la movilización.
El periodismo K reaccionó de maneras muy distintas ante el asesinato. Si bien Página tuvo su own private “La crisis causó 2 muertos” cuando su edición digital y en tres párrafos informó la “muerte” de MF en un enfrentamiento y le otorgó a Pedraza las palabras finales de la nota, deslindándose del crimen y sosteniendo que había sido una cosa del MST y del PO; al día siguiente la nota de Laura Vales puso las cosas en su lugar y salvó la dignidad del diario, junto a la columna de Horacio González que rebatía el discurso oficial con un simple razonamiento: “no basta con que la policía no reprima, este crimen es una cuestión de Estado”. La periodista y el camarógrafo de C5N no dejaron de filmar a la patota que arremetería con fuego contra los “comunistas”, aun cuando fueron amenazados, y después llevaron los videos a la fiscalía a pesar de que no se los habían pedido, en una demostración de que todavía se puede hacer periodismo. Tiempo Argentino brindó una cobertura detallada del asesinato y el editorial pide que se busquen los culpables, ya sean funcionarios públicos, sindicalistas y empresarios. Otras publicaciones fueron menos dignas. Algunas –incluso en contra de sus propios intereses en materia de venta, en medio de una caída en picada de la colocación de sus materiales– no le dieron la tapa al crimen, sino que le dieron un copete en el que vendían la nota diciendo que explicarían las razones que motivaban a una “interna sindical”. Se dice, contado por periodistas de alto escalafón, que cierto grupo mediático muy ligado al oficialismo ordenó que no se les diera la palabra a dirigentes del PO. En Radio Nacional, la dirección no sólo decidió que no se mencionara al PO, sino que explicó que, a la hora de referirse a Mariano Ferreyra, no debía usarse la palabra “militante”, sino que se debía usar “manifestante”. La decisión fue dada a conocer mediante una circular oficial. Qué se puede decir de 678, que salió mentirosamente a decir que la Unión Ferroviaria no había participado del acto de River –sí estuvieron, mandaron una delegación que portaba banderas con la inscripción “100% peronistas”, a pesar de que Pedraza no fue ya que adujo un viaje al exterior–, que dio vueltas sobre el complot de Duhalde a partir de una equivocación acerca de una nota de El cronista que se hubiera podido resolver con un poquito, un poquito solamente, de periodismo e incluso tuvo el valor de mencionar a los que le hacen el juego a la derecha, en referencia al Partido Obrero. Ante la exasperada posición de Sandra Russo, daban ganas de mirarla a los ojos y decirle: “No, Sandra, no. Este no es el gobierno de la primavera camporista. El crimen de Mariano cometido por los socios sindicales de la presidenta lo demuestra”. Twitter y muchos blogs K se posicionaron en silencios vergonzantes, cuando no en acusaciones hacia la izquierda de montar una operación política contra Cristina sobre un cadáver tibio. Otros llegaron más lejos: “Ya tienen al mártir que buscaban”. Claro que hubo excepciones, como el texto escrito por Irene Haimovici, delegada del diario La Nación que circuló por Facebook, o el texto de una tuitera que firma con el nick @losgalgos.
Después de tomar algo en La Ideal, dos amigas y yo tomamos un taxi. En un momento, dije: “Pero los kirchneristas, ¿no piensan que los mafiosos que tiraron a matar se sintieron con la autoridad para hacerlo cuando Cristina reinvindicó a la Juventud Sindical, esa que dirige hoy Facundo Moyano y que es la continuidad de aquella que en los setenta formó los grupos de choque de la AAA?”. La delegada despedida del grupo me dijo: “No puedo dejar de pensar en la imagen de la reunión en que se dijeron: ‘Sí, salgamos con todo’”. Me transmitió esa obsesión. ¿Cómo fue el momento en el que se dijeron: “Ya basta, vamos con los fierros. Vamos hasta el final”? ¿Qué percibieron de la realidad política como un aval para tomar esa decisión? ¿No tuvo nada que ver la cercanía de los K hacia ellos? El gobierno y su fracción política decidieron pactar con la burocracia sindical integrada al estado y reconvertida en socia de los empresarios a los que, supuestamente, debía combatir. No sólo Pedraza, Lescano, Viviani –quien pagó 150$ a quien asistiera a River, información a la que accedo de primera mano y en base a testimonios de personas que fueron a River para cobrar esa guita, que significa más que el jornal que cobran como empleados de seguridad-; sino también Moyano. Moyano, un empresario. Un hombre que tiene testaferros en empresas de recolección que le brindan beneficios económicos personales. Moyano, que en diálogo con Funes de Rioja le dijo: “Usted y yo podemos esperar, un trabajador no”, en una admisión flagrante de su externalidad a la clase trabajadora, en el reconocimiento de su condición de parásito de los trabajadores. ¿Es ese el hombre que entusiasma como referente sindical a los jóvenes kirchneristas? ¿Tan bajo han caído los parámetros de moralidad, de conciencia política, de todo?

Un revolucionario. Se ha dicho mucho, muchas cosas buenas y muchas barbaridades desde que se conoció la noticia del asesinato de Mariano. Alguien llegó a decirme por chat: “Pero si es la demostración de que el PO manda a los pibes al muere, no a los dirigentes”. A tal punto llega la miserabilidad.
Toda muerte es tremenda. Toda muerte joven es terrible. De todos modos, nunca defendí la idea de que todo sea lo mismo. De que todo sea igual. Mariano era un cuadro. Tenía 23 años, era responsable político de Avellaneda. En la estructura del PO, el responsable político es aquella persona con mayor importancia, relevancia y capacidad de dirección. (Una aclaración: milité varios años en el Partido Obrero y, a pesar de no ser un miembro orgánico del partido, soy del PO, adhiero a su línea política, sigo pensando que hay que instalar un gobierno de los trabajadores para los trabajadores, y no milito porque soy un diletante, un cómodo, una persona que disfruta de sus privilegios pequeñoburgueses y no los piensa abandonar, a diferencia de tantos otros militantes a los que respeto mucho, militantes como, por ejemplo, Mariano Ferreyra). A pesar de su juventud, Mariano dirigía, entonces, los varios grupos del partido en una zona en la que la reactivación industrial llevó a una mayor penetración de las ideas del PO entre la clase. Tanta era su dedicación, que decidió formarse en un oficio proletario para poder ingresar a trabajar en las mismas fábricas que son el núcleo del programa estratégico de la revolución que pregona el partido. Se convirtió en tornero, Y trabajó como metalúrgico, aunque no pudo lograr un empleo fijo porque, se sabe, la tercerización, la flexibilidad no han acabado durante esta “primavera kirchnerista”. Ni por asomo. Había iniciado su militancia en el agitado 2002. Adoraba a Pablo, su hermano mayor, que era del PO, e ingresó al partido cuando tenía 13 años. Comenzó su desarrollo dentro de la organización, a la que se comprometió con todo su espíritu. Tenía 14 años cuando participó de la toma de Sasetru, una fábrica que el Polo Obrero había decidido tomar y reactivar. Fue delegado de su colegio. Se formó en el marxismo a tal punto que más tarde dirigió cursos sobre marxismo a jóvenes como él, y más jóvenes que él. No dejó de lado sus inclinaciones culturales. Tocaba el teclado e integró varios proyectos musicales. Le gustaban Llhasa y la Pequeña Orquesta Reincidentes, música sofisticada para niños sensibles. Era fanático de la desmesura de Takashi Kitano y Sonatine era una de sus películas favoritas. Había cursado dos años del profesorado de historia, pero en la actualidad pensaba dedicarse al cine. Le gustaban Los Simpsons, Family Guy y Dr. House, seguramente, entonces, no debía descartar al cinismo como una forma de analizar la vida. Sin embargo, la pasión que lo movía era la militancia. No sólo cumplía con las tareas que implica ser responsable político de una zona de vital importancia para los intereses de la política clasista, sino que tomaba compromisos militantes que, orgánicamente, no le correspondían. Había ido a “hacer el aguante” a la toma de Puán, que concluyó victoriosa el mes pasado. Era un dirigente del CBC de Avellaneda. Y había decidido participar del trabajo en el círculo ferroviario, un núcleo obrero muy importante para el partido que lleva ese nombre. Participó del primer corte de vía en julio de este año. Y sus compañeros cuentan que fue a visitar a varios trabajadores en sus casas para convencerlos, para animarlos a que siguieran la lucha por su reincorporación y pase a planta de centenares de otros ferroviarios tercerizados. Sus compañeros de militancia le decían “El Jefe”. Hay que notar una cuestión: a cualquiera le dicen el gordo, el barba, el chueco, el flaco, el petiso, basta con cumplir esa condición. Cuando se le dice “El Jefe” a una persona, desde el cariño y el respeto, sólo significa que se ha ganado ese sobrenombre. Mariano había decidido dedicar su vida a la posibilidad del socialismo, a la posibilidad de instaurar un gobierno de los trabajadores en la Argentina. Más allá de que esa posibilidad pueda ser concretada o no, definir un rumbo de vida orientado hacia tal objetivo implica dejar de lado no sólo creencias comunes a la mayoría de la sociedad, sino tal vez abandonar oportunidades, acomodos, caminos fáciles e, incluso, objetivos personales. También señala que quien elige ese objetivo como forma de vida, entrega su vida a una aspiración mayor que las pequeñeces de la individualidad, en función de un proyecto colectivo histórico, superador. Mariano Ferreyra había decidido dedicar su vida a la revolución obrera. Fue asesinado. El olvido no se posará sobre la memoria de su vida.


En las vías del Roca, en julio de este año.


Dibujo de Mariano: "Este dibujo lo hice en una reunión. Qué cosas raras discutimos".



En la toma de Sasetru. Tenía 14 años.


Hace pocos días en el Congreso, reclamando el 82% para los jubilados.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Elecciones en la UTPBA. Burocracia: chupala



El Frente de Unidad, que encabeza Osvaldo Bayer y está compuesto por delegados sindicales de los principales medios, se presenta a las elecciones de UTPBA de la próxima semana. Se viene un fraude escandaloso -la burocracia ni siquiera entregó el padrón, inflado como está por "colaboradores" fantasma y personas que jamás pisaron una redacción, en base a acuerdos con grupos políticos universitarios y otros-. El apoyo a la lista -y el repudio a la burocracia- es perceptible en cada empresa periodística. Como ejemplo de esto, acá va la solicitada que estamos haciendo circular y que se puede ver en www.frentedeunidad.blogspot.com:


Solicitada

Apoyamos la candidatura de Osvaldo Bayer como secretario general de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) y al Frente de Unidad que lo postula en una lista en la que participan delegados de las empresas periodísticas más importantes. La lista del Frente de Unidad expresa las luchas históricas y las más recientes del gremio. Forma parte de la pelea por la libertad de expresión, por la democratización del sindicato, contra la destrucción de la obra social, por la recomposición salarial mediante paritarias colectivas, por el derecho a la organización sindical, por la plena vigencia del Estatuto del Periodista y por la defensa de todos los puestos de trabajo. Reivindicaciones y espíritu de lucha que la actual conducción sindical abandonó desde hace muchos años. Reconocemos en Bayer la figura de un luchador que, a partir de 1959, fue Secretario General del Sindicato de Prensa e impulsó la primera huelga en el diario Clarín. En 1963, permaneció preso a manos de los militares que derrocaron a Frondizi debido a su actividad sindical. Hoy encabeza la lista de los trabajadores y delegados que pelean por recuperar el gremio. Por estos motivos, apoyamos a Osvaldo Bayer y a los candidatos del Frente de Unidad.

Diego "Chavo" Fucks
Martín Caparrós
Pablo Llonto
Martín Kohan
Vicente Zito Lema
Guillermo Saccomano
Roberto "Tito" Cossa
Adriana Bruno
Eduardo Blaustein
Jorge Aulicino
Eduardo Anguita
Miriam Lewin
Telma Luzzani
Hernán López Echagüe
Laura Giussani
Mariano Hamilton
Mariana Enríquez
Ernestina Pais
Josefina Licitra
Alejandro Horowicz
Miguel Russo
María Iribarren
Horacio González
Manuel Gaggero
Marcos Mayer
Miriam Molero
Osvaldo Bazán
Olga Viglieca
Daniel Riera
Daniel Link
Juan Salinas
Diego Papic
Diego Genoud
Fernando Martín Peña
Elsa Drucaroff
Ángel Berlanga
Florencia Canale
Luis Lazzaro
Alejandro Agostinelli
Emanuel Respighi
Walter Vargas
Alejandro Wall
Roberto Carozzo
Diego Rojas
Carlos Romero
Jorge Repiso
Sebastián Hacher
Bruno Bimbi
Diego M. Vidal
Tato Dondero
Daniel Iglesias
Jeankarla Falon Plaza
Soledad Vallejos
Silvina Friera
Juan Ignacio Zacagnino
Tomás Eliaschev
Raquel Roberti
Germán Ferrari
Flavia Costa
Nicolás Mavrakis
Ángela Lerena
Alejandro Claudio Tarruella
Nestor Piccone
Pedro Lanteri
Rubén Calmels
Ignacio Jawtuschenko
Sabrina Díaz Rato
Irina Sternik
Luis Paz
Karina Micheletto
Mercedes Halfon
Adrián Pérez
Roque Casciero
Clarisa Ercolano
Claudio Marcelo Díaz
Alberto Elizalde Leal
Darío Aranda
Carlos Fernando Comparato
Enrique Ruiz
Alejandro Lillo
Gabriela Dichiaro
Horacio Marmurek
Andrea Delfino
Marcos Viancheto
Gabriel Wainstein
Martín Segura
Verónica Rímuli
Nahud Mirad
Laura Manzotti
Silvia Acero
Osvaldo Mauricio Tangir
Norma Fontán
Horacio Ciríaco
Marcelo Valente
Hernán Buodo
Hugo Salas
Nestor Omar Fernández
Norma Fernández
Daniel Casal
Axel Delfino
Juan Carlos Volnovich
Alfredo Grande
Enrique Carpintero
César Francis
Amadeo Lukas
Belén Ianuzzi
Noelia Téllez Tejada
Cecilia Pérez Declercq
Ximena Pascutti

jueves, 8 de julio de 2010

lunes brindis de contraeditorial




El lunes brindis y presentación del nuevo número de contraeditorial, con nota de tapa sobre el neopopulismo mediático y una entrevista en la que fogwill dispara contra todos. Que se vengan los chicos de todas partes!

miércoles, 7 de julio de 2010

Brindis contraeditorial




El lunes se hace un brindis por el relanzamiento de la revista Contraeditorial, publicación de la que soy el nuevo editor general. El que quiera pasar, estar en una charlita interesante y tomar una copa de vino y comer alguna empanadita, que se pase por la ex boutique del libro.

sábado, 5 de junio de 2010

La otra fiebre del mundial





La expresion máxima de la pasión que desata el mundial no se vive entre los afortunados barra bravas que viajan hacia sudáfrica amenizando las rutas aéreas con sus cánticos y alegría y ni siquiera en cada bar, oficina, redacción o casa donde a cada minuto se ve fútbol y fútbol y más fútbol y menos aún en los garbarino que venden plasmas en cincuenta cuotas como pan caliente. No. El lugar extático por excelencia que refleja a la perfección los próximos días que iremos a vivir se encuentra, todos los fines de semana, en el parque rivadavia. Los protagonistas son los niños. Y sus temibles padres.





Se sabe que el coleccionar figuritas es una pasión infantil. ¿Quién no compraba los sobrecitos en los kioscos, pegaba las figuritas que no tenía y, luego, en la escuela, intercambiaba las demás? Había figuritas difíciles que podían cambiarse por muchas otras. Se jugaba a darlas vuelta con el puro vuelo aéreo del arco de las manos. En fin: toda una ciencia. (Una vez yo, distraído, tenía una figurita difícil de un álbum de aviones. En el recreo un pibe vino a intercambiarmela. Me ofreció diez figuritas. Dije que no. Me ofreció muchas más. Me seguía negando. Mientras tanto, una pequeña muchedumbre se juntaba a nuestro alrededor. Su oferta crecía cada vez más y mi codicia también. Me dijo: "Te la cambio por todas estas", y me mostró un pilón enorme de figuritas. El público estaba expectante. Yo traspiraba. ¿Qué debía hacer? ¿Debía parar, debía aceptar, debía redoblar la apuesta, debía quedármela para mi propio álbum? Las miradas estaban clavadas en mí. Tomé una decisión: "No", dije. "Uhhhhh!", se escuchó a mis espaldas. El público se retiraba decepcionado. Mi contrincante me miraba sobrador. "¡Qué boludo!", escuché. Desde ese momento confieso que me volví un indeciso consuetudinario).
También existieron aquellas gloriosas Basuritas. Me ofendía que sólo existiera una para Diego: "Diego Loso", decía el muñequito de la infamia. Pero estaban híperbuenas, si dejamos este detalle aparte. Cada cuatro años no sólo viene el mundial, sino que también aparecen las figuritas del mundial.




El parque rivadavia es un lindo parque. Al fondo de todo, se juntan centenares de chicos y sus padres a intercambiar figuritas. Puede resultar tierno ver a esos párvulos que repiten como un mantra: "sila, sila, sila" mientras su ocasional compañerito le muestra el pilón de figus repetidas que ofrece para intercambiar. "Nola" es la palabra clave: quiere decir: "no la tengo, haya comercio entre nosotros". A la vez, van llenando complicadas fichas elaboradas por ellos mismos que revelan sus posesiones y sus carencias. Las madres suspiran de amor.
En cambio los padres... Ver a los padres intercambiando figuritas resulta, por lo menos, extravagante. Otros dirán: tenebroso. Un señor con cara de pocos amigos le ofrece un pilón de figuritas a un nene treinta años menor que él y pide el pilón a cambio. Revisan cada uno el pilón, figurita a figurita, hasta que el padre dice: "Las tengo todas" y despacha al nene, sin haber cambiado su cara de pocos amigos. En otro rincón, cuatro adultos ríen y proceden al intercambio, como si se tratara de un regreso a su más tierna infancia. Se escucha un grito: "Pero Juan, te recagaron!": un padre dictamina que su hijo ha sido estafado por otro pequeñuelo de futuro criminal.

Es una experiencia esplendorosa. Recomiendo que se den una vueltita por el parque rivadavia. Y no se repriman, luego, de pedir en el kiosco un paquete de figuritas.





En este video se puede observar la locura generalizada. Culmina con una persona con evidentes capacidades diferentes que le hace gestos extraños al cameraman. Cosas que pasan.

viernes, 28 de mayo de 2010

De cómo hice un curso con Scientology y viví para contarlo



Scientology, o Cienciología, como se llama en español, es una secta de chantas (como todas las religiones) que se instaló en el país y lleva su apuesta a un nivel más alto. Alquilan un coqueto edificio en la calle Ayacucho en su intersección con Santa Fe y quieren captar adherentes para un culto delirante.
Allí estuve, haciendo un cursito y presenciando el festejo de los sesenta años de la dianética, un evento exclusivo para iniciados en el que me infiltré. Esto y la entrevista al líder de la cienciología en el país en esta nota que realicé junto a Bruno Lazzaro. Todas las religiones son delirantes, pero esta ganó un lugar relevante por mérito propio. Chequéenlo.




Tom Cruise, uno de los destacados seguidores de la secta.

viernes, 14 de mayo de 2010

Operation.




A eso de las cinco de la tarde del último miércoles un amigo me preguntó por el chat de gmail: "¿Leíste esto?". Se trata del artículo que Jorge Asís publicó en su blog en el que señala que Ernestina Herrera de Noble habría tenido un hijo natural. Un melodrama misterioso. Asís -mediante uno de sus noms de guerre- cuenta la historia de Mariano Puig, un hombre de 51 años que dice haberse enterado del oscuro secreto de su origen y que querría conocer a su madre biológica, la Señora. Su padre, llamado Ernesto, habría sostenido una relación clandestina con la entonces joven Ernestina, que habría quedado embarazada y reclamado que se separe de Alba, su esposa, para convivir con ella. Pero Ernesto no estaba dispuesto a separarse. "Tenelo, yo me lo quedo", le habría dicho a Ernestina. Y, a cambio de unos dineros, habría adoptado al niño y comprado la desaparición de sus vidas de la que luego se transformaría en la señora de Noble, la actual emperatriz del grupo. Mucho tiempo después, Mariano habría conocido la verdadera historia de su vida.
Raro. "Verosímil", aclara Asís, "que no quiere decir 'real'".
Llamé a la casa del señor Puig. No estaba. Atendió un niño. Me pasó su teléfono celular. Puig atendió mi llamado. Le planteé la cuestión. "¿Quién te dio mi número?", fue su primera reacción para nada suave. Le expliqué cómo había llegado hasta él. Se calmó. "Hay cosas que no se pueden hablar por teléfono". Quedamos en encontrarnos ese mismo día. De todas maneras, había cierto clima espeso en la cosa que propiciaba algún tipo de sospecha. Era una información propiciada por Jorge Asís (el año pasado declaró en el juicio que entablaron las Abuelas contra Noble. El abogado de Abuelas lo incluyó entre una serie de testigos cuya única función era demorar la actuación de la justicia). Un hijo biológico de la Noble, vendido. Todo muy espeso.
Una fuente cercana agravó esa sospecha: dijo que corre el rumor de que, a semanas de que se lleve adelante la prueba genética que aclararía el origen real de Marcela y Felipe Noble, el grupo estaría preparando una operación: un medio "amigo" del gobierno pondría a rodar esta historia. Se podría filmar al periodista. Se lo podría editar ofreciendo plata al denunciante. Se desprestigiaría el acto de justicia que se estaría llevando a cabo en esos mismos momentos con una historia espeluznante: "Los K y sus medios acusan no sólo de apropiadora a Ernestina, sino de vendehijos, de madre abandónica. Los K no tienen vergüenza, compran la justicia, tergiversan el resultado de las pruebas. Son espurios. Son fascistas". Decidí levantar el encuentro.
Pude averiguar unas cosas más. Mariano ya había contado su historia a la prensa, con algunas diferencias. En esta nota, realizada por La Nación hace ocho años, Puig cuenta que acaba de enterarse que no era hijo biológico de sus padres y que su madre, antes de morir, le habría revelado que había sido comprado. "Su madre biológica era una marplatense de clase alta que debió dejarlo por presiones familiares luego de quedar embarazada a los 17 años, aún soltera", explica el artículo. Más oscuro todo, todavía.
¿El hijo de Ernestina? ¿Una contraoperación de Clarín para embarrar la cancha? ¿Un mitómano con ansias de notoriedad mediática?
Who knows.
Los miércoles son días muy interesantes.

lunes, 26 de abril de 2010

El esplendor de Marcos Aguinis



Marquitos se anima a escribir sobre la paja. ¿O en realidad todo lo que escribe es pura paja? Para pensarlo. Un nuevo zona rojas dedicado íntegramente al gran autor (ultra) nacional (ista).

viernes, 9 de abril de 2010

La felicidad a ja ja ja. Pamplinas.



La recomendación del debate entre nuestra patti smith del campo intelectual y el representante de la progresía y una posición certera acerca de la felicidad en el nuevo episodio de Zona Rojas.

domingo, 21 de marzo de 2010

Lucas




La nota que publicamos esta semana en veintitrés es una de esas notas que tienen una incidencia concreta en la realidad. Y es dolorosa. Decidimos publicar una foto que obtuvimos gracias a un rastrillaje realizado por sebastián hacher y juan diego britos. La decisión de publicar esa foto provocó una discusión no sólo en la redacción, sino que se extendió al debate sobre el oficio periodístico. Es claro que creo que fue correcto publicar esa fotografía. No sólo aporta un documento que posibilitó que la investigación sobre los últimos momentos de lucas tomara un nuevo rumbo, sino que se convirtió, creo, en una foto que no sólo lo muestra a él: es una fotografía que nos refleja como sociedad. Lucas,desnudo, en la foto está frente al policía que no pudo llamar a una ambulancia o patrullero porque no tenía crédito. Pero más importante, y crucial, en esta foto no se ve a lucas con hematomas. Fuentes de la morgue le dijeron a veintitrés que lucas presentaba hematomas en todo el cuerpo. La foto, tomada con un celular antes de la llegada de dos patrulleros con cinco policías que lo redujeron usando una violencia innecesaria ("le pisaban la cabeza contra el piso", relata el testigo que pudo ubicar veintitrés), lo muestra sin esas marcas de la violencia.
Es cierto. Se podría no haber publicado. Pero esa foto le da a la sociedad la prueba de que lo que se dice en la nota es cierto: alguien estuvo allí. Alguien sacó su celular y tomó una fotografía porque era una imagen rara de un viernes por la noche. Alguien un mes después comprobó que el protagonista de la foto, que no había borrado de su celular, estaba muerto. ¿No debía compartirse con los lectores esta prueba contundente? No es exhibicionismo, sino periodismo. Lucas estaba en la calle así, desnudo, en un estado de exaltación psicomotriz. Así fue visto. Así fue fotografiado. La revista reproduce esa imagen capturada para hacer un aporte que dilucide la verdad sobre las horas previas a la muerte de lucas (que podría llamarse diego o juan o sonia, porque nadie está exento de atravesar una situación similar). De eso se trata, lamentablemente muy pocas veces, el periodismo.
Hubo quienes reclamaron una franja negra sobre la fotografía cubriendo las partes pudendas de lucas. Así, dicen, no se escandalizarían por esa foto. Que es dolorosa. Muy dolorosa. Para los padres de lucas, para su familia, para mí, para todos. Pero, ¿una franja negra cubriéndole la raya del culo cambiaría el estatus de esa fotografía? Ese reclamo me suena a realizado por una señora gorda de barrio norte que no tiene vergüenza en exhibir toda su hipocresía.
La foto nos retrata. Retrata la brutalidad policial. Retrata los hospitales sobrepasados y sin presupuesto para atender a todos los pacientes. Retrata una sociedad que se cae a pedazos.
Es una foto. Es una muerte. Entre esos dos extremos deberíamos aprender a buscar un equilibrio que sólo se dará si somos capaces de cambiar esta sociedad, de revolucionarla.

miércoles, 10 de marzo de 2010

El duelo del año



Un diálogo inteligente, no exento de asperezas.

Mañana en los kioscos.

Un extenso adelanto. Son cinco pesitos y se lee entera en papel. Si no, la próxima semana se sube entera a la página.

Un fantasma recorre Hollywood






De acuerdo a investigaciones exclusivas de este blog, estamos en condiciones de afirmar que un fantasma recorre Hollywood: es el fantasma del trotskismo argentino.
Hace un tiempo Ricardo Darín recordó en una entrevista que militó en la Tendencia Revolucionaria Socialista (TERS), organización estudiantil de Política Obrera, antecedente directo del Partido Obrero. (Ver: http://www.clarin.com/diario/2010/01/03/espectaculos/c-02112096.htm)
Todavía se recuerda a Soledad Villamil militando en una escuela secundaria en la Zona Norte, donde lideraba el Centro de Estudiantes. Fuentes de primera mano aseguran que se acercaron a la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS), organización juvenil del Partido Obrero, movidas tanto por la pasión revolucionaria como por la posibilidad de estar cerca de la sonrisa de la bella actriz. El padre de Villamil es uno de los principales dirigentes del PO. (Ver: http://www.elargentino.com/nota-60322-Estoy-a-la-izquierda-de-este-gobierno.html)

Hasta este punto, podríamos darnos por satisfechos y asegurar que si El secreto de sus ojos ganó el Oscar se debió, en algún punto, a la influencia del pensamiento altamirista en sus actores principales, que seguramente pensaron en aquella militancia en algún momento de la elaboración de sus personajes. ¿Alguien duda de que la pareja más interesante del cine nacional conversó en algún descanso en el set acerca de esos pasados trotskistas?

Cuánta no sería nuestra sorpresa hoy cuando Nicolás Schmerkin, el argentino que subió al escenario del Kodak este domingo a recibir la estatuilla calva y dorada por el corto Logorama, contó a una revista local (el viernes en sus kioscos) que sus padres eran militantes de Política Obrera que se habían exiliado en Francia. Ese chico, entonces, mamó trotskismo. Declaró a La nación acerca de su corto: "Podés verlo como una película subversiva o como un film de acción. Hay millones de significados y cada persona ve cosas diferentes". Contundente.

Como decía el poeta: "Primero fueron por Hollywood, pero yo no era cineasta y no me importó. Después fueron por el Martín Fierro, pero como no miro tele, no hice nada. Ahora están en la Casa Rosada, pero ya es tarde". Ante la fenomenal crisis económica mundial, estén atentos a que el éxito del trotskismo en las arenas del cine mundial troque en conquistas políticas de la clase obrera.

viernes, 26 de febrero de 2010

Titanes en el ring

En este rincón, Beatriz Sarlo. Y en este otro, Ricardo Forster.




Sólo en Contraeditorial, de marzo.

martes, 26 de enero de 2010

Hago mal a los artistas

El sábado fui a Proa al estreno de Copacabana, la peli de Martín Rejtman que se adentra en el barrio Charrua, en Pompeya, donde se celebra la fiesta boliviana de la virgen de Copacabana todos los años. Dicho sea de paso, es una festividad impresionante, que todos deberían conocer. Y se come de un modo increíble rodeado de toda una comunidad que se apropia de un territorio icónica y simbólicamente.
Un amigo me decía que el film pecaba de exceso de lejanía respecto de los protagonistas, lo que producía un protagonismo fundamental de esa cámara distanciada. Quizás tenga razón. De cualquier manera, es un muy buen registro documental de un lugar que, pese al millón de bolivianos que viven en el país, todavía se mantiene secreto.
Anyway, al salir de la sala había gente que conocía. Desde la fila que estaba haciendo para entrar a la segunda función, M. me llamó: "Eh, Diego, ayer te dejamos varios mensajitos pero no respondiste". Me acerqué y charlamos un rato. Detrás estaba A., que dijo: "Hola, Diego –y, señalando a una señora, preguntó– ¿se conocen? Él es Diego..." Pero fue interrumpida: "Esta persona nos hace mal a los artistas, no lo queremos. Preferiría no conocerlo". Una de esas personas que hablan en tercera persona o en la primera del plural para escudarse de sus propias boludeces. Eso fue lo primero que pensé y señalé. "Hablá en primera persona, ¿qué te pasa?", le dije y continué conversando con M. La mina esa es una señora grande, por favor.
La cosa es así. Hace un par de años se produjo "el affaire Iuso", un episodio que causó bastante revuelo luego de que Guillermo Iuso se presentara en el ciclo Confesionario, coordinado por Cecilia Szperling, en el Rojas. Iuso "confesó" que había abusado de una sobrina, el relato fue interrumpido por el público y al final se comió una piña por parte de uno de los presentes, entre los que había cundido el enojo. Llamado de P. mediante desde el lugar de los hechos, escribí esta notita que apareció en la revista (el cambio de sistema de la web me obliga a scanearla):























Digamos que el caso dio que hablar y que todavía se recuerda. Unas semanas después me invitaron a cubrir el RIAA, una residencia de artistas locales y extranjeros que se desarrolla en el Viejo Hotel de Ostende, un lugar genial para acoger a una serie de artistas que se dedican a crear en insuperables condiciones. Recuerdo que durante un almuerzo se conversó sobre el asunto Iuso. Algunos planteaban que no se le podía pegar a un artista. Yo decía que, pasando por alto que me parecía una cagada la propuesta de aquella noche de Iuso, si se planteó como una performance el acto debía ser bancado hasta el final: la piña era, en todo caso, parte de la performance. Hubo posiciones a favor y en contra.
El día de cierre de la residencia llegó gente de Buenos Aires, entre ellos la señora. Yo la conocía de algún evento o cosa parecida. Después de un rato, me acerqué: "Hola, frutita, ¿cómo estás?". "Yo bien, pero lo que hiciste está muy mal. No cuidaste a Guillermo y a los artistas hay que cuidarlos. Tu pésima nota le hizo mal", saludó. "¿La nota sobre Iuso? Esa nota es impecable", le respondí y estoy convencido de ello. "Puede ser para vos. Por ahí les sirve. Vos hacés periodismo Chiche Gelblung", disparó, se dio vuelta y se fue, sin dejarme responderle ni nada. La confrontación de ideas es algo que disfruto. El debate también. Y si se quedaba y discutía, hasta hubiéramos podido llegar a un punto de encuentro, ya que no de acuerdo, o por lo menos hubiéramos podido conocer nuestras posiciones al respecto. Pero no fue así. La frutita dio media vuelta y se fue. Eso sí: odio que me dejen con las palabras en la boca, que no me dejen responder.
Finalmente no le di pelota y a la noche hubo una fiesta. A la frutita le gusta llamar la atención de un modo patológico. Así que acomodó unas sillas y se puso a dormir mientras el resto bailaba. Esta es la crónica que escribí sobre aquellos días en Ostende:

















Me dicen que la frutita me acusa de haber escrito una nota que le hizo muy mal a RIAA y a sus artistas. En realidad, la cazadora de tendencias (que a eso se dedica y llama arte) debe estar enojada por una suave descripción que hice de su siesta. Cosas de boluda.

domingo, 17 de enero de 2010

Un verano macrista y más zona rojas







No se trata solamente de elogiar los programas culturales macristas, sino de esgrimir una leve crítica a las producciones de marcos aguinis, nuestro prohombre de las letras argentinas. En este nuevo capítulo de Zona Rojas:

lunes, 11 de enero de 2010

Antiimperialismo para principiantes. Un recuerdo de hace muchos años.


Ahora que el comandante Chávez devaluó la moneda de tal manera que Venezuela y la isla Margarita y el Hilton socializado se vuelven más accesibles para los turistas argentinos, saco del arcón de los recuerdos un textito sobre mi paso por la anticumbre de las américas en mar del plata. Ahhhh, éramos tan jóvenes...

Antiimperialismo para principiantes.




Mucho se ha dicho sobre Mar del Plata y el encuentro y el contraencuentro, uno más pedorro que el otro. Yo también viajé y pude tener, entonces, mi jornada antiimperialista. Recuerdo haber tenido otra, mucho más interesante, hace diez años ya -ay dios- cuando vino Clinton a la Argentina. Cenaba en la Rural, y mucho antes que Seattle y toda la bola, muchos quisimos que no tuviera un buen provecho rodeado del empresariado argentino. La policía reprimió mucho: recuerdo que pateé para cualquier lado una granada de gas lacrimógeno. Y cualquier lado es cualquier lado cuando yo pateo. Debería perdonarme, seguramente, con el portador de ese chichón de hace diez años.
Esta vez todo estuvo mucho (es decir, muuuuuucho) más tranquilo. Viaje en el tren de Maradona. Y conocí una chica encantadora de la que me enamoré. El problema es que yo no me enamoro de chicas. El primer problema. El segundo, que más tarde, en la marcha de la mañana (porque hubieron dos marchas) en un tumulto le perdí el rastro y nunca más la vi. Y como soy malo para los nombres, el suyo ni lo recuerdo. Pero sé dónde trabaja. Por si quiero intentar. Pero contaba, tren de Maradona. Al pasar por Dolores a las tres de la mañana había gente esperando a la vera de las vías para saludar con luces y bocinas durante los treinta segundos que los cinco vagones tardaban en abandonar ese pueblucho. A las cinco de la mañana lo mismo en un pueblucho más inhóspito todavía. La gente del campo, evidentemente, está casi tan al pedo como la gente de la ciudad. Adentro del tren, Maradona saludome -hecho que no causa sensación alguna en mí, lamentablemente, porque me gustaría saber jugar al fútbol y emocionarme por un ídolo de su tamaño (estaba flaco, eso sí). A mí me interesaba mucho más Evo Morales, sobre quien escribí en una revista una nota recientemente. Hablé con él un poco, es una tragedia caminando (ACTUALIZACIÓN: tiempo después mis amigos bolivianos me contaron que las preguntas que le hice en el tren a Evo fueron reproducidas muchas veces por la tele boliviana, ya que le preguntaba: "¿Cómo piensa alcanzar el 50 por ciento más uno de los votos cuando acaba de sacar el veintipico?". Evo sonrió: "Ese veintipico significó triplicar nuestra anterior votación. Ahora hemos de triplicar otra vez". Tenía razón. Me cuentan que los medios pasaban la nota hablando sobre la soberbia del candidato plebeyo). Es decir, la tragedia de Bolivia se condensa en su figura. Habrá que ver. Otro del tren era Juanse, que no paró de chupar whisky durante todo el trayecto y, claro, ni se apareció por el acto del estadito.
Como decía, marcha de la mañana. Mucha gente, Pérez Esquivel, las columnas kirchneristas, todos pacifistas, ejército pelotudo -como dice esa gran banda, pequeñita, que se llama Las manos de Filippi-. Pero mucha gente. Pero en Mar del Plata empezó a llover. Y si uno llega a esa ciudad lo que quiere, al menos, es mojarse por las aguas del atlántico y no por esa llovizna interminable, molesta, que no golpea pero tampoco acaricia. Llegada al Mundialista que, dicho sea de paso, demuele las expectativas que uno podría poner en el adjetivo "mundialista". Y luego, zas, la trova. Dos horas y media seguidas de trova, señor. De canción de protesta. De guitarrista y versos obvios. Ay. Un grupo -que estaba bien, debo reconocer- pero qué nombre: Che Joven. Es decir, se llamaban Che Joven. No es joda. Y luego otros que cantaron ese esperpento llamado Hasta siempre. Los cubanos estaban con pilas, eso sí. Su tribuna no paraba de moverse como si bailaran rumba mientras cantaban esos, también, versos obvios. Pasaron otros -yo me recostaba en algún sitio de el reservado para periodistas en el que, para entrar, debimos ser cachados por un venezolano de la seguridad de Chávez (es cierto, hubiera querido recostarme en alguno de esos venezolanos). Llegó Silvio que se mandó un greatest hits. Y después le cedió el micrófono a Viglieti que dijo, entusiasta, que estaban tratando de construir un Uruguay nuevo -y yo que me perdí la noticia de que habían hecho la revolución- para después mandarse la misma versión de... "A desalambrar". Sí, a desalambrar que la tierra es tuya mía y de no sé quién. Por favor. Ya era anacrónica esa canción cuando la escribió en 1965. Encima había tantos setentistas que creo que se emocionaban. Hasta la bandera de los montoneros de los actos en la plaza de los primeros setenta estaba colgada en el alambrado. Una puesta en escena medio patética, es necesario decir. Para colmo después Silvio invitó a cantar con él a Victor Heredia y a otro que yo juraba que era el asistente de Silvio. Cantaron algo interminable, tal vez más interminable con ese vibrato que le pone Heredia -para más datos, el radical de la UCR Víctor Heredia- a todo lo que canta. Un grupo genial de gente de los barrios -de pie o de cualquier barrio, pero un barrio- empezó a gritar: Chávez, Chávez. Y, atento, S. Rodríguez dijo: "que venga chávez" y le cedió la palabra. Mamita: dos horas cuarenta se mandó el comandante.
Yo soy medio chavista. Es decir, me encanta el personaje. No soy chavista ni en lo económico ni en lo político, me parece un tanto un farsante populista. Pero el personaje, ese presidente latinoamericano desmesurado, me encanta. Y frente a él, una hora basta para que me declare públicamente chavista. Una hora y media bastan para que putee a los de Fedecámaras venezolanos que no pudieron sostener el golpe de estado fusilándolo. ¡Qué increíble! Una oración subordinada tras otra que no cerraba nada. Un festival de demagogia. Y todo eso que durante la primera hora yo catalogaba como "estupendo diálogo con el pueblo". Me fui a la hora y media. Clamaba por la hora de la espada en Venezuela.
Después vino la marcha de la izquierda, mucho más chica, pero gozante de mis simpatías absolutas. Las cuadras finales del recorrido se caminaban tensamente. Estaba el vallado y la policía. Ya unos grupitos -el MTR CUBA- habían dicho que la iban a pudrir. Adelante iba el PO, yo iba en su columna. Al ir llegando los maoístas del PCR se adelantaron como una turba y cantaban: "Pan y vino, pan y vino, el que no salta las vallas para qué carajos vino". Entre esos y los otros -cuando el PO se retiraba, acción con la que acuerdo aunque me fui hacia adelante porque quería ver qué pasaba- empezaron a tirar piedritas y los canas tiraron gases. Como pasaron por encima mío no me afectaron directamente. O un poquito nomás. Todos corrimos -claro, menos los que fueron a saquear los locales de Havanna (son reimperialistas) y de Movistar (ahi por ahi tenían razón porque me rompe las pelotas su servicio). Luego me encontré con Pablo que me trajo de vuelta a Buenos Aires en el auto de un amigo suyo. Mi día de antiimperialismo la verdad que no fue tan interesante como hubiera yo deseado. Y ni siquiera pude, como los peronistas que ponían las patas en la fuente, posar mis pies sobre la arena. Ay, Mar del Plata. Ni siquiera tengo ganas de visitarla, pero la verdad que es un desperdicio no darse en sus aguas ni siquiera un chapuzón.

viernes, 8 de enero de 2010

Dos películas en este enero.

Los primeros de enero a veces vienen moviditos. Basta recordar La Habana del '59 o Chiapas del '94. Para no remontarnos tan lejos, estos primeros días del año son promisorios, al menos en las carteleras cinematográficas. Ese día se estrenaron Rosetta y Avatar.
Todo el mundo esperaba Avatar. Hace unos meses me había llegado una invitación para ver quince minutos del filme. Pero desistí y decidí esperar. No pude ir a la privada porque estaba en Mendoza (ahhhh, Mendoza -fea ciudad pero ahhhhh, Mendoza-) y luego intenté ir a verla durante varios días. Qué cosa. Cuánta gente queriendo ver la peli y uno no pudiendo verla por culpa de esa gente que llega más temprano a la boletería (en realidad, de tacaño: podría haber sacado entradas por la web, pero ¿para qué gastar guita si tenemos una credencial que nos habilita la entrada al cine gratis en Cinemark?). En fin, después de cuatro días (uno de esos días decidí ir temprano al abasto (¡a las diez y media de la mañana!) pero -auch- exhibían la peli doblada al castellano) y cuarenta minutos de cola pude obtener dos entradas en la tercera fila. No estuvo mal y, aunque me prometí soportar una tortícolis y preví que iba a ser copulado por los personajes en 3D, nada de eso ocurrió y tuve una experiencia muy interesante.
Es cierto que el 3D de la peli es toda una vivencia nueva del cine: uno es un testigo que está allí. La profundidad de la visión brinda novedosas maneras de mirar. Y los personajes digitales están muy bien realizados (aunque sigan careciendo de eso que hace que los actores -más allá de su insoportabilidad cuando están fuera de las pantallas- sean actores). La trama es sencilla y linda: los terrícolas se encuentran en Pandora (una luna a la que se llega después de cinco años de viaje espacial que los turistas espaciales realizan criogenizados), unos quieren estudiar un mundo fascinante (los menos), otros quieren sus riquezas minerales, a toda costa. Éstos tienen el poder. Jake Scully, un exmarine en silla de ruedas, llega al planeta y presta su conciencia a un avatar: un cuerpo Na'vi (que así se llama el pueblo pafícifo y ecologista que habita Pandora) modificado genéticamente para poder ser usado como envase de esa conciencia. Lo envían a hacer contacto con los Na'vi. Los milicos yanquis quieren que se infiltre y les pase info para el desalojo final de sus tierras, los científicos desean que vaya en son de paz. Es todo bastante previsible: conoce una princesa Na'vi, se debate entre su fidelidad a sus orígenes humanos o al amor. Etcétera. Pero lo impresionante es el modo en que está narrado fílmicamente, gracias, claro, a la tecnología. El planeta es lo más, sus criaturas son lo más y la batalla final es lo más de lo más. El 3D garpa y la peli está buena. Pero tampoco exageremos, ¿no? En todo caso, será el film precursor de otros films que usarán esta tecnología usada con mayor temeridad narrativa, tal vez. De todos modos, una experiencia altamente disfrutable.




Por otro lado, se estrenó Rosetta. Un film genial. Absolutamente genial. Y en las antípodas de Avatar: filmado con cámara en mano todo el tiempo, recurriendo sólo a la luz natural, sin música incidental. Una maravilla que, desde su sencillez técnica, lleva a cumbres de emoción y reflexión y felicidad (melancólica felicidad) cinematográfica. Rosetta es una chica de 17 años, ponele, que vive una vida de mierda: acaba de ser despedida de una fábrica porque terminó su contrato basura de tres meses (impresionante primera escena), vive con una madre alcohólica tremenda y su sueño es tener un laburo, vivir con cierta dignidad, ser normal. Pero la vida -su vida, el mundo- son una mierda y ella debe enfrentarse a ese mundo. La vemos todo el tiempo en esa guerra, sentimos su respiración, estamos junto a ella. Rosetta corre. Corre todo el tiempo. Corre desordenadamente -y ordenadamente- pero, correr, ¿no es una manera de apurar ese que sabemos que debe pasar? ¿Una cierta conciencia de la fatalidad y el impulso a atravesarla lo más rápido posible? Pero ella prefigura otro mundo, una vida normal. Ella piensa que su madre debe ir a AA, ella lucha -por todos, todos los medios- para conseguir un trabajo, ella quiere una vida normal.



Una escena conmovedora como pocas. Íntima: estamos con Rosetta. Que es una nena. Que susurra ese diálogo monólogo con ella misma.
Es un film político. No sólo porque retrata a una piba de la clase obrera en un mundo que la descarta, porque el capitalismo es así, sino por los conflictos éticos a los que Rosetta debe enfrentarse y por el modo en que fue filmada. Es una gran película. Una película genial.

Recomiendo este texto sobre la peli: http://lamimesis.blogspot.com/2008/10/9-rosetta-hacia-un-cine-fsico.html. Que nos permite, a quienes ya la vimos, volver a ver una y otra vez esas escenas increíbles que permiten pensar que el cine -esa forma dinámica de capturar la luz que llega y la que no- es, sí, más grande que la vida misma.

El año comienza bien. Esperemos que así continúe.