domingo, 21 de marzo de 2010

Lucas




La nota que publicamos esta semana en veintitrés es una de esas notas que tienen una incidencia concreta en la realidad. Y es dolorosa. Decidimos publicar una foto que obtuvimos gracias a un rastrillaje realizado por sebastián hacher y juan diego britos. La decisión de publicar esa foto provocó una discusión no sólo en la redacción, sino que se extendió al debate sobre el oficio periodístico. Es claro que creo que fue correcto publicar esa fotografía. No sólo aporta un documento que posibilitó que la investigación sobre los últimos momentos de lucas tomara un nuevo rumbo, sino que se convirtió, creo, en una foto que no sólo lo muestra a él: es una fotografía que nos refleja como sociedad. Lucas,desnudo, en la foto está frente al policía que no pudo llamar a una ambulancia o patrullero porque no tenía crédito. Pero más importante, y crucial, en esta foto no se ve a lucas con hematomas. Fuentes de la morgue le dijeron a veintitrés que lucas presentaba hematomas en todo el cuerpo. La foto, tomada con un celular antes de la llegada de dos patrulleros con cinco policías que lo redujeron usando una violencia innecesaria ("le pisaban la cabeza contra el piso", relata el testigo que pudo ubicar veintitrés), lo muestra sin esas marcas de la violencia.
Es cierto. Se podría no haber publicado. Pero esa foto le da a la sociedad la prueba de que lo que se dice en la nota es cierto: alguien estuvo allí. Alguien sacó su celular y tomó una fotografía porque era una imagen rara de un viernes por la noche. Alguien un mes después comprobó que el protagonista de la foto, que no había borrado de su celular, estaba muerto. ¿No debía compartirse con los lectores esta prueba contundente? No es exhibicionismo, sino periodismo. Lucas estaba en la calle así, desnudo, en un estado de exaltación psicomotriz. Así fue visto. Así fue fotografiado. La revista reproduce esa imagen capturada para hacer un aporte que dilucide la verdad sobre las horas previas a la muerte de lucas (que podría llamarse diego o juan o sonia, porque nadie está exento de atravesar una situación similar). De eso se trata, lamentablemente muy pocas veces, el periodismo.
Hubo quienes reclamaron una franja negra sobre la fotografía cubriendo las partes pudendas de lucas. Así, dicen, no se escandalizarían por esa foto. Que es dolorosa. Muy dolorosa. Para los padres de lucas, para su familia, para mí, para todos. Pero, ¿una franja negra cubriéndole la raya del culo cambiaría el estatus de esa fotografía? Ese reclamo me suena a realizado por una señora gorda de barrio norte que no tiene vergüenza en exhibir toda su hipocresía.
La foto nos retrata. Retrata la brutalidad policial. Retrata los hospitales sobrepasados y sin presupuesto para atender a todos los pacientes. Retrata una sociedad que se cae a pedazos.
Es una foto. Es una muerte. Entre esos dos extremos deberíamos aprender a buscar un equilibrio que sólo se dará si somos capaces de cambiar esta sociedad, de revolucionarla.

miércoles, 10 de marzo de 2010

El duelo del año



Un diálogo inteligente, no exento de asperezas.

Mañana en los kioscos.

Un extenso adelanto. Son cinco pesitos y se lee entera en papel. Si no, la próxima semana se sube entera a la página.

Un fantasma recorre Hollywood






De acuerdo a investigaciones exclusivas de este blog, estamos en condiciones de afirmar que un fantasma recorre Hollywood: es el fantasma del trotskismo argentino.
Hace un tiempo Ricardo Darín recordó en una entrevista que militó en la Tendencia Revolucionaria Socialista (TERS), organización estudiantil de Política Obrera, antecedente directo del Partido Obrero. (Ver: http://www.clarin.com/diario/2010/01/03/espectaculos/c-02112096.htm)
Todavía se recuerda a Soledad Villamil militando en una escuela secundaria en la Zona Norte, donde lideraba el Centro de Estudiantes. Fuentes de primera mano aseguran que se acercaron a la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS), organización juvenil del Partido Obrero, movidas tanto por la pasión revolucionaria como por la posibilidad de estar cerca de la sonrisa de la bella actriz. El padre de Villamil es uno de los principales dirigentes del PO. (Ver: http://www.elargentino.com/nota-60322-Estoy-a-la-izquierda-de-este-gobierno.html)

Hasta este punto, podríamos darnos por satisfechos y asegurar que si El secreto de sus ojos ganó el Oscar se debió, en algún punto, a la influencia del pensamiento altamirista en sus actores principales, que seguramente pensaron en aquella militancia en algún momento de la elaboración de sus personajes. ¿Alguien duda de que la pareja más interesante del cine nacional conversó en algún descanso en el set acerca de esos pasados trotskistas?

Cuánta no sería nuestra sorpresa hoy cuando Nicolás Schmerkin, el argentino que subió al escenario del Kodak este domingo a recibir la estatuilla calva y dorada por el corto Logorama, contó a una revista local (el viernes en sus kioscos) que sus padres eran militantes de Política Obrera que se habían exiliado en Francia. Ese chico, entonces, mamó trotskismo. Declaró a La nación acerca de su corto: "Podés verlo como una película subversiva o como un film de acción. Hay millones de significados y cada persona ve cosas diferentes". Contundente.

Como decía el poeta: "Primero fueron por Hollywood, pero yo no era cineasta y no me importó. Después fueron por el Martín Fierro, pero como no miro tele, no hice nada. Ahora están en la Casa Rosada, pero ya es tarde". Ante la fenomenal crisis económica mundial, estén atentos a que el éxito del trotskismo en las arenas del cine mundial troque en conquistas políticas de la clase obrera.